El siempre espera...

El siempre espera...

martes, 25 de noviembre de 2008

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Meditación breve
El primer mandamiento de las relaciones humanas es que ames a tus semejantes como te amas a ti mismo.
Tu principal función social es ser un educador permanente de ti mismo.
¿Te amas tanto como para procurarte todo el bien posible? Si es así, actúa de modo similar con cada persona con quien te relaciones.
¿Te respetas profundamente reconociéndote todos los derechos humanos? Entonces, obra de igual forma con los que encuentres a tu paso para que les permitas el libre ejercicio de sus privilegios como persona.
Este debe ser tu compromiso siempre y en todas partes: reconocer y respetar la dignidad humana de tus semejantes, facilitándoles el libre ejercicio de sus derechos humanos.
El ejercicio del amor auténtico reduce las tensiones, suaviza los conflictos y alivia el corazón.


Hola !!!
Estés donde estés; seas lo que seas; tengas lo que tengas; ocupes la posición que ocupes... siempre habrá alguien, que te estará observando. Alguien que anhela ser como tú, parecerse a ti, actuar como tú, estar donde tú estás. Tener lo que tú tienes, llegar a donde tú llegaste, o, quizás, ocupar tu posición.
Siempre serás un modelo para alguien. Con tus actos, con tus actitudes, con tus expresiones; con tu comportamiento....
Por ello no olvidemos el inicio de nuestra oración y solicitemos a nuestro Señor, la intervención de su grandeza por aquellos que lo necesitan, sin ser jueces o arbritos en la vida de los demás. Por lo mismo es imperativo contar con nuestra propia bondad para compartirla con los demás, quizá de la misma manera en como la administramos a nuestros propios intereses.

Que el Señor Jesucristo, les llene de toda su pasión y de todo su grandeza para ser como El y ser mejores mensajeros de su amor.
Que esten en bien...

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