El siempre espera...

El siempre espera...

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Pasaste por el mundo en medio de tinieblas,
sufriendo cada paso la noche de la fe;
sintiendo cada día la noche del silencio,
a oscuras padeciste el riesgo de creer.
Guardaste bajo llave las dudas y batallas,
formándose el misterio al pie del corazón;
debajo de tu pecho de amor inagotable,
la historia se escribía de nuestra redención.


Hola !!!
Qué triste es la vida de los que valoran más las cosas que las personas. Sufren y hacen sufrir sin ser felices. Son pobres porque lo material es su única riqueza. Saben ganar dinero, pero no saben amar ni ganar amigos.
Si el materialismo te ciega, abre los ojos y en una recta escala de valores, ama más lo espiritual, que lo material, más a las personas que a los objetos, más lo interior que lo exterior. Crece en humanismo para que goces de un corazón bondadoso y sereno.
Dichoso eres cuando tu hogar está primero que tu trabajo, cuando amas y cuando te esfuerzas por amarte.
Que delicioso es estar de vuelta en este espacio y encontrar mensajes de aliento y optimismo, para continuar con esta misión. Por lo mismo, dejo este post para compartir con ustedes, ya que me hace muy triste el observar que la gente cada día se vuelve mas materialista y no encuentran en Dios la verdadera riqueza.

Meditación breve
Adorar a Dios en espíritu y en verdad significa ofrecerle la adoración que le debemos. Dios es Espíritu, por lo tanto, debemos adorarle en Espíritu y en verdad, es decir, debemos ofrecerle un culto verdadero y espiritual con toda la profundidad de nuestro ser.
Solamente Dios puede ver esta adoración, que ofrecida incesantemente llegará a ser completamente natural. Será como si Él estuviera unido a nuestra alma como si nuestra alma fuera una con Él; la práctica puede aclarar este concepto.
Adorar a Dios en verdad es reconocer que Él es, lo que es, y que nosotros somos lo que en realidad somos. Adorarle en verdad es reconocer con cordial sinceridad lo que Dios en verdad es: infinitamente perfecto, digno de infinita adoración, infinitamente apartado del pecado y así sucesivamente con cada uno de sus atributos divinos. El hombre que no emplea todos sus poderes para tributarle toda la adoración que ese gran Dios merece, está usando muy poco su razón.
Adorar a Dios en verdad es confesar que vivimos completamente contrario a su voluntad, y contrario a nuestro conocimiento de que Él estaba dispuesto a hacernos conforme a su imagen.
¡Oh, que nadie sea culpable de la locura de negar por un momento la reverencia y el amor, el servicio y la continua adoración que le debemos!

Nuestra Señora, Madre de los creyentes, enséñanos tu confianza, enséñanos a crecer en la fe.

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