El siempre espera...

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martes, 9 de septiembre de 2008

Actitud y devoción...

Hola !!!
La actitud con la que iniciamos el día, con la que abordamos una situación o respondemos a un amigo o colaborador, está completamente bajo nuestro control.
En muy pocos aspectos de nuestras vidas ejercemos un dominio absoluto, pero nuestras actitudes son una decisión personal en todo momento.
Es muy estimulante darnos cuenta del poder que tiene nuestra capacidad de elección. Significa que no estamos sujetos al dominio de otros, si tal es nuestra decisión.
La libertad de actuar, de pensar y de soñar nuestros propios sueños es nuestra cuando la ejercemos.
Hoy celebro mi poder. Soy libre de elegir todas y cada una de mis reacciones en cada encuentro.

Meditación breve
Es en nuestra angustia donde no podemos abandonar al Señor. El mismo Jesús, el Hijo de Dios, sintió terror ante su muerte inminente.

Sintió la desesperación, la soledad y el dolor de la traición de los discípulos. En ese instante oró incesantemente.
Sentir miedo no hizo disminuir de ningún modo su divinidad, por el contrario mostró claramente la íntima unión humano-divina del Hijo de Dios. Totalmente hombre y totalmente Dios. Asumió sobre sí todas nuestras limitaciones, angustias y dudas. El consuelo del ángel en aquel momento fue decisivo para Jesús.
En su existencia usted también puede ser un ángel que consuele en el dolor a su semejante.
Comentario
En esta oportunidad deseo compartir esta linda oración enviada por nuestro hermano Ever Castillo, de El Salvador. Quien con esto nos demuestra que lejos de nuestra frontera, también existen grandes devotos y discipulos de nuestro amado Maestro, representado en la imagen de Nuestro Jesús del Consuelo, quien con su mirada nos enseña a ser humildes, amorosos, compasivos y fieles servidores de Dios. Gracias mi amigo y hermano Ever por esta preciosa oración.


JESUS NAZARENO DEL CONSUELO
¡Oh, dulce y amado Padre mío, Jesús Nazareno! Al considerar vuestro amor y la bondad con que me habéis acogido en este día, un grito de gratitud se escapa de mis labios y el recuerdo de vuestras misericordias embarga mi alma. Por ganar mi amor bajasteis a la tierra y sufristeis toda clase de penas y trabajos y muerte de cruz. Por mí también, llegando al colmo de todas las bondades, os quedasteis en el Sacramento del altar, queriendo ser nuestro manjar, consuelo y perpetuo compañero. ¿Qué más? Por nuestro amor os presentáis en esa Imagen coronada de espinas, atado con duros cordeles y vestido con hábito de humildad y de paciencia. ¡Gracias, Señor, por todo!, y a fin de corresponder a vuestros favores, os pido la gracia de cumplir siempre vuestra ley, imitar vuestras virtudes y vivir y morir en vuestro amor.
Amén.
Con vuestra gratitud por la devoción a su sagrado nombre.
Jesús Nazareno del Consuelo, Bendicenos!!!

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