Les quiero compartir esta reflexión, pues me gustaría proponerles el Evangelio de Lucas en el capítulo 12, verso 32:
"No teman pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le agradó darles el Reino… Háganse junto a Dios bolsas que no se rompen de viejas y reservas que no se acaba; allí donde no llega el ladrón, y no hay polilla que destroce. Porque donde está tu tesoro, allí también está tu corazón".
Esa es un Palabra más que hermosa, es una invitación a no temer, a no vivir según las lógicas de este mundo en el cual te meten miedo siempre, desde el chancletazo de tus padres, el uno de tus profesores, hasta el despido de tu jefe, siempre viven asustándote para que hagas las cosas como ellos creen que es bien.
Las lógicas de Dios superan todo esto, están por encima de lo que se agota, por eso ningún ladrón puede arrancarte lo que es fundamental, nadie puede llevarse lo que es verdaderamente importante. Nuestro tesoro no está en lo que se agota, entonces por qué vamos a tener miedo, qué puede hacernos daño si quien nos protege es el más fuerte de todos, si quien nos toma en sus brazos es quien sacó al pueblo de Egipto. Este mes queremos dedicarlo a hacernos bolsas que no se desgastan, a vivir, nadie puede quitarnos lo bailao, nadie puede llevarse la vida que hemos vivido, nadie puede quitarnos la alegría si esta no depende de nadie sino de un Dios que nunca se va. Que en este mes nuestro tesoro sea estar pegados a la voluntad de Dios, que nuestro tesoro sea nuestra familia, que nuestro tesoro sea el amor.
Jesús siempre nos invita estar con Él para tener una experiencia profunda y transformadora de nuestra vida. Esto es lo que es en esencia la experiencia de Dios, ya que constantemente invita a sus discípulos a vivir con Él y tener sus mismo sentimientos. A lo largo de mi sacerdocio he entendido que todos tenemos una experiencia de Dios, y ésta se da de diferentes maneras en cada persona. La experiencia de Dios es única e intransferible. Y sobre esto es lo que quisiera que reflexionáramos hoy. Porque a menudo me encuentro con personas que están afanadas en que u hijo o un familiar tengan experiencia de Dios. Y dicen y hacen cualquier cosa para que a cualquier precio tengan un encuentro con Dios. Quiero decirles a esas personas que la lógica de Dios no es el afán porque Dios no es un atrevido que entra en la vida de cualquier persona sin su permiso, sino que el mismo va tocando la puerta para que le abran.
Así no hay porque afanarse en que la otra persona tenga una experiencia de Dios, hay que dejarlos que ellos se acerquen por sus propios medios y necesidades a Dios. No hay que obligar a la otra persona que tenga una experiencia de Dios, y más aún cuando no la ve necesaria. Hay que dejar que Dios vaya haciendo la obra, y nosotros la actitud que debemos tener es de acompañamiento, debemos ser testimonio para que la otra persona vea que Dios hace cosas maravillosas en la vida de uno. Demostrar que hay un Dios vivo y que está lejano, que siempre va de la mano con nosotros. Tenemos que aprender que todo en la vida es un proceso, y que Dios está allí esperando a que las personas le abran su corazón para que pueda entrar. Recordemos que cada experiencia de vida es diferente, y que la experiencia de Dios puede suceder en cualquier momento, ya sea cuando se es joven, cundo se es adulto, y no tan adulto. Pero de lo que si estoy seguro es que Dios se manifiesta en la vida de cada uno de diferentes formas.